Erase una vez una niña que soñaba con ser esteticista...
Érase una vez una niña que soñaba con ser esteticista, sin saber todavía lo que esa palabra significaba. Una niña que jugaba con cremas y perfumes, descubriendo cómo el cuidado y la belleza podían transmitir cariño y alegría.
Con el tiempo, ese juego se convirtió en vocación y la vocación en profesión. Aprendí que la estética no es solo apariencia; es bienestar, confianza... es regalarse un momento para parar y cuidarse.
Mis dos grandes pasiones siempre han sido mi familia y mi trabajo, y cuando uno pasa más de diez horas al día dedicado al trabajo, la única forma de encontrar el equilibrio es fusionar trabajo y familia. Así nació lo que hoy somos y da nombre a la marca Araceli Villar. Un equipo de cuatro personas que comparten un mismo compromiso: hacer que cada persona que entra en nuestro centro nos recuerde por cómo se sintió.
Nuestro mayor orgullo es que cada uno de nuestros clientes sea parte de nuestra familia. Esta es nuestra filosofía de trabajo y de vida.
Estoy agradecida por lo que tengo, bendecida por la vida y por los que me acompañan y feliz de poder compartir con mis clientes (mi familia) este camino vital y darles todo lo que soy en cada una de sus visitas.